A todos nos alcanza, aun cuando creamos que no estamos participando en ese proceso. La propia inercia nos lleva. Nunca sabremos de antemano, adónde iremos a parar.
Todos hemos de preguntarnos, entonces ¿qué pasará con nuestras vidas?
Haciéndonos esa pregunta, estaríamos despertando y dando el primer paso en el nuevo contexto; tanto a nivel humano, profesional y en el ámbito de las relaciones sociales.
La clave está en reaccionar a tiempo. Integrarnos al flujo y evitar que nos arrastre la corriente. Intentar por todos los medios posibles, protagonizar el cambio. Decidir, qué postura adoptar ante los nuevos retos. Elegir libremente el rumbo de los pasos, sin imposición de vida, ni ser obligados a firmar acuerdos desiguales. Advertir, creer y confiar en el cambio, como una oportunidad para recolocarnos y encontrar un espacio confortable en el nuevo contexto.
Lo mejor que podemos hacer es prepararnos para el cambio, sin esperar a que otros lo hagan por nosotros; sin culpar a otros de nuestro inmovilismo, simplemente pasar a la acción. No tenemos mejor asunto del que ocuparnos en estos momentos, sobre todo si nos sentimos insatisfechos con nuestra proyección personal, profesional o social.
No perdamos esta oportunidad.
Seamos parte del cambio.