Una de las primeras razones y características para convertirse en emprendedor es la decisión de qué hacer con la propia vida, tanto personal como profesional. Cuando se llega a este punto ya tenemos un compromiso ético irrefrenable, que te hace replantearte tu vida en todos los sentidos. Por tanto, quieres tomar el mando de ella.
Así, la flexibilidad y la atención al entorno o sector, donde implementará su proyecto; el estar dispuesto a rectificar o reiniciar, tantas veces como tropiece o caiga, si fuera el caso; escoger un equipo competente, y el hacerse responsable de ellos; tener humildad para reconocer y aprender de cualquier error o contratiempo, deben caracterizar a un buen emprendedor. Este, debe creer y confiar en su camino, tener la convicción de ser capaz de desarrollar una idea y llevarla a buen término.
A veces las oportunidades no llegan solas, pero con tu proyecto y el material humano antes descrito, se pueden crear. Aunque su deseo de hacer tendrá que ser compatible con la espera o creación de las buenas condiciones u oportunidades para pasar a la acción. De tal manera, estaremos atentos a las barreras de entrada, a la competencia, al mercado potencial, a la viabilidad en ese momento y lugar…
En el espíritu emprendedor puede estar gran parte del éxito; otra en la oportunidad, creada o esperada; y la otra, en tu idea o proyecto a ejecutar. El resto, en las habilidades y actitud, ante los retos o imprevistos que surjan en el trayecto de ejecución del proyecto.
Ahora, sólo falta que me cuentes tu proyecto.
¡Es tu oportunidad!
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